Æon, la primera ciudad celestial, fue creada usando procesos taumaturgicos. Los acumuladores de esencia aspiraban la mismísima energía del æter de Archæus y lo refinaban para usarlo como material de construcción en la creación de la ciudad. La magia a una escala tal nunca había tenido precedentes en la Nueva Era, y Æon acabó pagando un precio muy caro por ello. Aparentemente se disolvió por completo durante el Gran Desastre, reduciéndose la ciudad a sus elementos básicos y desintegrándose, matando a cientos de miles de personas que allí vivían. Los estudiosos han postulado que los objetos de creación no taumatúrgica podrían encontrarse aún en el lugar donde la ciudad sucumbió al Gran Desastre, aunque incluso tal localización permanece aún por descubrir. Si alguna vez se confirma el hayazgo, es muy posible que los objetos remanentes sean herramientas mundanas, armas rúnicas o cristales de memoria, que contenían los recuerdos y sueños de los archænos y eran a menudo regalados como presentes entre amigos y amantes.