Esto empezó siendo una misión de rescate, se está convirtiendo en un secuestro, y va a acabar siendo un contragolpe de estado (Milagros Jacaranda, buhonera pharesiana)
El primero de Jhang, tras un día revuelto, el Otilia está buscando una cala donde fondear durante la noche. Encuentran entonces una barcaza dragón varada sobre unas rocas, mientras la tripulación está siendo atacada por ráknidas. Cuando se aproximan para ayudar ven como un par de ráknidas se arrojan por la borda llevando consigo a uno de los tripulantes. Cuando La Cuadrilla aborda la barcaza el resto de ráknidas huyen, dejando sólo a un zángano, que pide cuartel. El zángano, en un titubeante y confuso talislán les propone un trato. Ellos liberan a su reina cautiva y la colmena les devolverá al tripulante. La cuadrilla se pone manos a la obra con su peculiar estilo.
Tras la percha del trono apareció una grieta que conduce a unas ruinas subterráneas. Al final de un pasillo se encuentra un dintel cuyo umbral está protegido con un sortilegio de barrera de protección contra ráknidas. Así que la colmena no puede acudir a rescatar a su reina. Las colmenas ráknidas no son conocidas por despertar simpatías entre el resto de seres vivos de Talislanta, así que los zánganos elaboran un plan para conseguir que alguien que no sea ráknida se implique en el rescate de su reina. Así que secuestran al primero que pillan y mandan a Trikri, uno de los zánganos que hablan talislán como negociador e intérprete.Trikri les va explicando que saben que la reina sigue viva porque los raptores les van pasando algunos huevos diariamente, y reciben perolas de jalea real para alimentarla.
Cuando la cuadrilla traspasa la barrera se encuentra con tres octopis, un tanto liantes y bastante sórdidos, que les informan que Trikri también está en el ajo de tener a la reina cautiva. Mientras tanto, los octopis disfrutan con el statu quo por el que la colmena los aprovisiona y protege mientras ellos prosiguen con sus investigaciones. Viendo que los octopis no están abiertos a negociaciones, deciden cargar contra ellos. Los octopis resultan ser unos tipos duros, y poniendo tentáculos de por medio consiguen escabullirse hacia su sancta.En la persecución uno de los octopi embosca a Milagros Jacaranda mientras que los otros dos se resguardan tras unas barricadas improvisadas y una mesa de alquimista. A un lado se encuentra la reina, colgada de una cadena y un collar encantado que bloquea sus poderes psíquicos. Se producen varios asaltos a la posición defensiva con suerte dispar hasta que la cuadrilla consigue derrotar a los cefalópodos.
Los Octopi les informan de que Trikri está en el ajo, y que ellos le facilitaron el ascenso en el escalafón de los zánganos, hasta que ahora se ha convertido en portavoz de la junta que gobierna la colmena. Los octopi son autorizados a huir, cosa que hacen con entusiasmo. Y se sobreviene un intenso debate acerca de qué hacer con la reina y cómo salir con vida de la colmena. Así que deciden llevar a la reina junto a la barrera y negociar con Trikri, para ver por donde respira. Para ello Guille le amputa el abdomen a la reina para poder transportarla y Yan Naga casi se ahoga en los tramos subacuáticos de los pasillos. Ya en la sala donde se encuentra la barrera, Milagros Jacaranda parlamenta de nuevo con Trikri y tiene un pálpito de que, efectivamente, no es trigo limpio, y consigue convencerlo para que traiga a la tripulante Sun-Ra-San ante la barrera. Cuando se encuentran ya todos en el lugar, la cuadrilla ejecuta su ya clásica maniobra del queso ahumando: Zahir Hulandrú disipa la barrera, Milagros Jacaranda lanza un Kaos de Koron, Guille y Lumenio hacen un ataque de diversión, y Yan Naga le pega el cambiazo al enemigo. Tras algunas complicaciones rápidamente resueltas, la cuadrilla consigue rescatar a la tripulante mientras se aprestan para recibir el ataque de la colmena al completo. En ese momento Milagros Jacaranda libera a la reina, que pone fin a todo el conflicto. La reina elimiena a los zánganos incompetentes, condena a Trikri a ser comida de larva de obrera, y deja partir a la cuadrilla vivos. Posíblemente no abunden en todo el continente las bandas que hayan entrado en una colmena ráknida y hayan sobrevivido para contarlo.
La cuadrilla devuelve al tripulante a su navío, son recompensados con una cota de escamas de dragón marino, con una noche de buen descanso, y con provisiones para una semana. Bien está lo que bien acaba.