Antigua fortaleza situada al norte de los Estrechos del Bosque, todo cuanto queda es el vestigio de su remota gloria, cuando las defensas de los Elfos del Bosque Negro cubrían casi todo el bosque.

La Compañía del Dragón descubrió estas ruinas de manera fortuita cuando viajaban por la zona norte de los Estrechos del Bosque rumbo a Buhr Widu (Salón Oriental). Los conocimientos compartidos por Aelyos i lassekanta y Nynren, hijo de Aurog les permitió deducir que se encontraban en Cor Angálaladh, y contar su historia al resto de compañeros.

Esta fortaleza servía de frontera y defensa contra el Enemigo congregado en las regiones del sur, que poco a poco avanzaban para extender su poder sobre el Bosque. Allí servía a Thranduil un noble señor silvano, Hîrmoth, quien resistió ferozmente las acometidas del enemigo. Finalmente, la fortaleza sufrió un asedio y su señor fue capturado vivo durante la incursión. Lo torturaron a la vista de las almenas de la torre, ante los ojos de su esposa, Elwen.

Los habitantes de la fortaleza siguieron ofreciendo resistencia, hasta que el mismísimo Señor Oscuro intervino, haciendo que la fortaleza fuese arrasada y lanzó una maldición sobre el lugar.

La noble Elwen se consumió por el dolor y se convirtió en un espectro cruel, mientras que sus seguidores degeneraron en criaturas horribles.

Cuando la Compañía del Dragón llegó al lugar, las ruinas estaban controladas por una partida de orcos. La compañía acabó con la amenaza, limpió el lugar de las criaturas que allí habitaban y acabaron con la maldición del lugar, permitiendo el digno reposo del mancillado cadáver de Hîrmoth y del espíritu de Elwen.

Entre las ruinas de esta vieja fortaleza, los compañeros encontraron, entre algunas piezas de tesoro, las Flechas de Haldiloth y la lanza Tormenta Mordiente.