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Landas de Etten

Región de Eriador

Más allá de los Páramos Fríos se encuentran unas deprimentes tierras altas, a la sombra de las Montañas Nubladas. El suelo es más suave que en los Páramos Fríos y en el Bosque de los Troles. La incesante niebla, la llovizna y los fríos manantiales de montaña empapan la avariciosa tierra, que estanca el agua en los valles y en las turberas situadas al final de las cuestas largas y amplias. Las turberas van drenándose lentamente, formando arroyos que se van juntando y, finalmente, se transforman en el poderoso Fontegrís, que los elfos llaman Mitheithel.

Las Landas de Etten son un erial despejado, lleno de turba y cubierto por matorrales bajos y verdes y hierbas resistentes. Los brezos florecen brevemente en primavera, pero no hay nada alegre que pueda sobrevivir en estos páramos. Los capullos coloridos no tardan en ennegrecerse y marchitarse, devolviendo a las colinas onduladas a su triste gris habitual.

Hay pocas cuevas en las landas, así que los troles que vagan por estas tierras se refugian del sol lánguido bajo la turba y emergen de nuevo al anochecer, o se transforman lentamente en ettins. Los viajeros que se adentran en las landas pueden pensar que están sorprendentemente a salvo durante el día, sólo para encontrarse con un trol hambriento saliendo de debajo de su campamento al caer el sol.

Entre las Landas de Etten y los Páramos Fríos se hallan los Valles de Etten: unos valles extensos y abiertos entre cerros altos, húmedos debido a la niebla y a los arroyos que alimentan al creciente Fontegrís. Algunos de los valles, especialmente los situados al oeste de los arroyos del Fontegrís, fueron buenas tierras de cultivo cuando los hombres vivían en las landas y los troles ni se acercaban. Pero aquellos días pasaron hace tanto, tanto tiempo…

Cualquiera lo suficientemente insensato como para viajar por esta zona puede tropezar con las ruinas y los escombros de las granjas de piedra, que llevan mil años desmoronadas desde que las destrozaron y las incendiaron.