Cuando era joven, unos hombres malignos acabaron con la vida de la madre de Ennalda, y su padre, que era una espada a sueldo, un soldado errante (a veces mercenario, a veces buscador de tesoros, y a veces forajido), le enseñó a luchar desde bien pequeña. Luego se marchó a buscar fortuna a Valle dejando a su hija al cuidado de Beorn, y nunca más regresó. Ennalda ha vivido los últimos años bajo el techo del cambiaformas.

En este tiempo, Ennalda se ha convertido en una vengadora temible y su lanza  es tan rápida y letal como un rayo. Ha jurado proteger a Beorn y su hogar, y siempre es la primera en defender a su padre adoptivo, ya sea en combate o verbalmente. Su temperamento es casi tan temible como su arma.

Se ha convertido en uno de los thanes de Beorn, quien la envía como emisaria a las granjas más remotas. Ennalda desconfía profundamente de los aventureros, ya que se crió entre mercenarios y trotamundos, y los considera gente peligrosa y de poco fiar.