Biografia


Poco se sabe de Fen mas alla de que es un semielfo bardo que frecuenta El Portal Bostezante

Se rumorea que posee mucha información y que está encantado de compartirla siempre y cuando haya oro de por medio. Todo lo que lo rodea es un misterio.


Across the Sunset

Capitulo 01: El Portal Bostezante


Luego de tener una pelea con Thrud en El Portal Bostezante y ser encarcelado, Volo ofreció liberarlos a cambio de encontrar a su amigo Floon. Vondal el Sabio le pidió disculpas a Fen por el exabrupto del bárbaro y le ofreció hospedaje en el Templo de Pelor como compensación. Poco despues el grupo libero a Floon de la Guarida Xanatar desentramando una guerra detras entre Zentarim y Xanatar por la Piedra de Golor.

 

Capitulo 02: Relatos desde Waterdeep


Luego de rechazar a la Orden del Guante y los Manos Grises. El grupo se dirigió hacia las alcantarillas donde se encontraron con una representación de Tharizdun. Luego de que el Dios jugara con sus mentes para enfretarlos entre sí, Fen se fue con Thrud a una taberna donde pasaron la noche bebiendo hasta que escucharon una explosión en el Callejon del Troll.

 

Capitulo 03: Los muertos no cuentan cuentos



 

Capitulo 4: Ciudad de piedras


 

 

 

 

Appearance

Pelo
Blanco

Altura
1,67 cm

Estado
MIA

Padres

  • Milo Hawtrey era un joven imberbe de unos 16 años que vivía en una granja cerca de la ciudad de Freyshield. Vivía junto con su padre ya algo mayor, su madre y sus 2 hermanos más pequeños. Fue por ese entonces que un pelotón del ejército de la ciudad se acercó a la granja con un decreto, estaban en guerra y necesitaban cualquier hombre que sea suficientemente capaz de maniobrar una espada. Así fue como se llevaron a Milo, entre los llantos de su familia y los abrazos de su hermana más pequeña, al cuartel de nuevos reclutas de Freyshield.

Milo sabía que no tenía alternativa más que obedecer así que se fijó un único objetivo, dar lo mejor de sí mismo dentro del ejército para poder volver con su familia cuanto antes. Los primeros días, como era de esperar, fueron horribles para él, no lograba entender cómo alguien podía acostumbrarse jamás a ese estilo de vida, a esa rutina infernal. Todas las mañanas, a primera hora del día, los despertaban las trompetas y los gritos de los oficiales, a veces también las patadas si te demorabas mucho, tomaban un desayuno frugal y los dividian en grupos, el primer grupo salía a marchar durante 4 horas, el segundo tenía entrenamiento de combate y el tercer grupo se encargaba de la limpieza y el mantenimiento, esto incluye las asquerosas letrinas. Todos los días se cambiaba el orden de los grupos, al mediodía tenían un descanso de media hora para almorzar e inmediatamente seguían con el entrenamiento. Por la tarde podían retirarse a sus tiendas, organizadas en filas a lo largo y ancho del campamento, dejando un lugar en el centro para el edificio principal donde estaba el general del ejército.

La rutina siguió durante semanas, Milo ya empezaba a adaptarse, incluso entabló amistad con algunos soldados de su división. Hacían chistes, entonaban canciones obscenas durante la marcha y se quejaban de las letrinas cuando les tocaba limpiarlas. Al cabo de unos pocos meses Milo ya estaba prácticamente acomodado en el ejército y casi no extrañaba a su familia, sobre todo cuando lograban escaparse del campamento para ir a visitar ciertos antros en la ciudad, la compañía femenina siempre le era de gran ayuda y más cuando venía con abundante vino.

Todo venia bien hasta que una mañana les informaron que partían en busca del enemigo, se rumoreaba que luchaban contra elfos y que iban a salir en busca de un campamento avistado por exploradores en el bosque al pie del “Muro Negro”. La marcha fue de unos 2 días a paso forzado, no querían perder a los escurridizos elfos, cuando llegaron prepararon un campamento a unos cuantos metros de la entrada al bosque y se prepararon para la batalla.


A primera hora del día las trompetas despertaron al ejército y los oficiales empezaron a impartir órdenes y algunos golpes para los más perezosos, no iba a ser un dia facil, sobre todo porque la mayoría de los soldados no estaba acostumbrado a pelear con elfos, sabían poco sobre la otra raza más allá de las historias, sabían que eran hábiles tanto con las espadas como con el arco y la magia, todos se preguntaban si estaban lo suficientemente preparados. No hubo mucho tiempo para responder sus inquietudes ya que apenas estuvieron todos de pie y en formación las trompetas dieron la orden de avanzar. Iban hacia el bosque, los elfos no eran tan idiotas como para salir, lo cual significaba malas noticias para el ejército de Freyshield, iban a luchar en terreno que favorece al enemigo.

Los elfos eran astutos, saben cómo tratar con esta amenaza en sus tierras, así que esperaron, esperaron a que los imbéciles humanos se adentren mas y mas en el bosque, cuando la última fila estuvo donde ellos querían, atacaron, silenciosos y mortales, volaron flechas de todas direcciones causando muchas bajas entre las filas de los humanos, algunos llegaron a levantar escudos pero no todos fueron tan rápidos o tan afortunados. Luego los elfos se abalanzaron sobre ellos, eran ágiles y mortíferos, la primer embestida hizo estragos entre los soldados de Freyshield, sobre todo en la moral de los inexpertos guerreros.
La unidad de Milo se encontraba en el centro de la columna en el centro del ejército, no podían pasar a la acción todavía, simplemente veían como a izquierda y derecha los embestian los elfos, embestian, se replegaban y llovían flechas, una y otra vez, la táctica estaba dando sus resultados, los humanos estaban cayendo como moscas, por cada 5 humanos caía un elfo. Pronto fue el turno de Milo y sus compañeros, por la derecha de la columna, caminaban en un campo imposible, una mezcla de barro y sangre hacían muy difícil sus maniobras y justo cuando creían que no podían estar peor vislumbraron un oficial cargando contra su posición. La moral estaba por el suelo, no podían aguantar mucho más tiempo de esta manera, su oficial se puso junto a ellos y les empezó a gritar órdenes:

  • Preparen los escudos! Prepárense para la embestida!-. 

La embestida no tardó en llegar, y fue brutal.

  • Aguanten sabandijas!!-. Gritaba el oficial, muchos cayeron, pero el muro aguanto.

Pronto se vieron cara a cara con el oficial enemigo, un elfo alto y esbelto, media aproximadamente 1,95 Mts, tenía el pelo blanco, la piel casi pálida y los ojos grises, llevaba una armadura verde con detalles en dorado, hojas talladas, algunas escrituras, que se le hacían imposible entender a Milo, y blandía 2 espadas. Se movía como una sombra entre sus guerreros, movimientos rápidos, limpios y eficientes, daba las órdenes necesarias y seguía en movimiento. El oficial de Milo lo vió y sabía lo que tenía que hacerse, pero también sabía que no iba a ser fácil.

  • Formación en cuña malditos! Vamos a matar a ese altanero elfo, yo iré al vértice, AHORA!!.

Rápidamente lo siguieron los soldados más cercanos, era una movida peligrosa, sobre todo para el oficial, Milo se sentía mal de no saber su nombre en estos momentos, pero ya habría tiempo para eso si sobrevivían. La cuña surtía efecto, y el oficial enemigo pareció notarlo, organizó una defensa lo mejor que se puede hacer en el fragor de una batalla como esta, e intentó parar a ese loco oficial que parecía buscar el suicidio para él y para sus hombres. Milo no tenía mucho tiempo para pensar, avanzaba con el escudo delante, golpea un enemigo, pincha con su espada y repite, escuchó caer a uno de sus compañeros, el de su derecha, se apresuró a golpear al enemigo que lo había abatido para cubrir el hueco generado hasta que otro compañero ocupe el lugar. No pasó mucho tiempo hasta que el oficial enemigo apareció frente a ellos organizando la defensa a gritos, había que admitirlo, los elfos saben lo que hacen. Pero en sus cálculos nunca incluyeron la locura de algunos hombres en el calor de la batalla, y ese fue su error, el oficial de Milo abrió un hueco en las defensas  y avanzó, esto llenó a sus hombres de valor y empezaron a pelear con todas sus fuerzas para aprovechar al máximo esa brecha creada por el loco oficial. No pasó mucho tiempo hasta que un elfo lograra acuchillar al oficial sobre las costillas a su derecha, mientras otro por la izquierda le atravesaba el cuello con su espada, pero esto no cambió las cosas, solo hizo enfurecer a los soldados que, gritando frenéticamente, sacaron fuerzas que ya creían agotadas y arremetieron contras los sorprendidos elfos.

 

El sol empezaba a descender y las trompetas sonaron, los elfos se retiraron al bosque, los humanos a su campamento, en el barro ensangrentado yacían los cadáveres de miles de soldados, elfos y humanos, y algunos oficiales entre ellos, como Milo se enteró más tarde, Theobald, el loco oficial que ordenó el ataque en formación de cuña, y el alto elfo de armadura verde y dorada. Antes de retirarse del campo de batalla algunos hombres hacen lo único que pueden para honrar a los caídos, cierran sus ojos y alzan una plegaria. Milo descubrió el cadáver del oficial enemigo y logró llevarse una hermosa daga, con empuñadura dorada con incrustaciones de piedras y runas grabadas a lo largo de la hoja.

De vuelta en el campamento se dió cuenta de la magnitud del enfrentamiento, la cantidad de bajas sufridas era abrumadora, tenía mucha suerte de seguir vivo, y parte de esa suerte era haber contado con Theobald.
El general sabía que estaban en problemas, no podrían aguantar otra jornada igual. Hizo lo mejor que pudo para tragarse su orgullo y emprendió la retirada, nuevamente a la ciudad.

 

Pasaron años de la humillación sufrida a manos de los elfos, Milo ahora ostentaba el rango de oficial, tenía a cargo una unidad completa y estaba muy a gusto con su puesto, le gustaba tener poder sobre otros y sus salidas nocturnas resultaban más fáciles. Milo tenía ahora 20 años, era todo un hombre y no había vuelto a ver a su familia desde el dia que lo reclutaron en la granja de sus padres. Parecía haberse vuelto una persona mas fria, mas violenta, pero lo disimulaba muy bien, por fuera era siempre la misma persona afable, incluso bromista con los más cercanos a él. Pero en la batalla era implacable, astuto, usaba todo lo que estaba a su alcance para doblegar a su oponente.

Una noche el general organizó algunas expediciones para ver si conseguían información sobre los enemigos, Milo iba a cargo de una de esas expediciones. Se dirigieron hacia un bosque cercano en el abrigo de la noche, en total silencio y encontraron un pequeño campamento a la orilla de un lago. Ellos sabían sobre la habilidad de los elfos para ver en la oscuridad, fueron cautos y se acercaron escondidos entre los árboles. En ese momento fue cuando Milo la vio, bañándose en el lago, una hermosa elfa, alta y de pelo plateado, parecía bañada por la luna, Milo nunca había visto nada igual y enseguida supo que esa elfa tenía que ser suya. Le hizo unas señas a sus hombres y se acercó a la elfa, ella se percató al instante de la presencia del humano, y de los demás que estaban con él, se dio cuenta del peligro así que trato de ser inteligente, quería evitar un enfrentamiento donde sus hermanos corren con desventaja.

Milo se acercó a la elfa y se presentó

  • Soy Milo Hawtrey, oficial del ejército de FreyShield, no quiero hacerte daño, cómo te llamas?-. Le dijo tendiendo su mano como invitación a que salga del lago con confianza.
  • Soy Keyleth, de los Baequi-Mitore, he notado a tus compañeros escondidos en la oscuridad, podría dar la voz de alarma ahora mismo si quisiera.-
  • Pero no lo harás, ambos compartimos la idea de que no debería haber muertes innecesarias, ¿o no es así? Y yo no soy fanático de la guerra, solo cumplo mi deber como soldado de mi ciudad.

Keyleth sonrió, el soldado tenía razón, ella odiaba esta guerra que se había cobrado la vida de su padre y de tantos otros hace ya algunos años.

Milo y Keyleth charlaron un rato más hasta que él se tuvo que ir, tenía que informar a su comandante de lo que había descubierto, pero no quería lastimar a Keyleth así que organizaron un encuentro la noche siguiente y un plan para evitar el derramamiento de sangre.

 

La noche siguiente Milo se escabulló del campamento y fue directo al lugar donde quedaron con la hermosa elfa, allí lo esperaba ella, sentada a la orilla del lago, bajo la luza de la luna. 

  • Buenas noches.- Saludó Milo. - Que bueno que viniste, no estaba seguro de que lo hicieras.- 
  • Buenas noches señor Hawtrey, como bien expresé anoche, estoy en contra de esta innecesaria pelea entre nuestras razas y le dí mi palabra de que lo iba a ayudar a evitarlo. Me sorprende que un humano haya cumplido, no suelen ser muy confiables.
  • Entiendo lo que dice, pero le aseguro que es mi mayor deseo detener esta insensatez que atenta contra tantas vidas, ahora dígame ¿qué planes tiene su pueblo para retirarse de este bosque?
  • Hablé con mi tío, él es el que está a cargo de este campamento, le comenté lo que vi anoche y decidimos retirarnos por el sur, para evitar cualquier enfrentamiento.
  • Ok, entiendo, me parece una excelente y muy sabia decisión.- Milo voltea su cabeza 

y emite un silbido. Keyleth no entiende muy bien lo que pasa cuando ve acercarse un hombre de entre los árboles.

  • Tranquila.- Le dice Milo. - Es un mensajero, querías evitar muertes innecesarias y es lo que haré.- Milo anota algo en un papiro que entrega al mensajero quien 

rápidamente se vuelve corriendo entre los árboles.

  • Keyleth, realmente agradezco tu ayuda, has salvado muchas vidas esta noche, y realmente eres digna de admiración, nunca había conocido una criatura tan hermosa.- Mientras decía esto Milo se acercaba a la elfa y trató de besarla, está se 

apartó rápidamente.

  • Creo que usted está leyendo muy mal nuestra situación, yo solo vine a ayudarnos mutuamente, debe saber perfectamente lo mal visto que están las relaciones amorosas entre nuestras razas, especialmente de donde yo vengo, mi familia es muy purista, pertenece a la nobleza y jamas lo permitiria.
  • Oh, disculpe, pero realmente creo que es usted la que está leyendo mal la situación, verá, a mi no me importa nada lo que diga su familia.- Inmediatamente después de 

pronunciar esas palabras Milo tomó a Keyleth y la tumbó al piso, separando sus piernas al tiempo que montaba sobre ella.

  • Verá mi hermosa Keyleth, llevo años combatiendo con su pueblo, solo quiero que se termine, y su ayuda ha sido crucial para esto.- Le decía mientras embestía entre sus 

muslos y tapaba su boca ahogando sollozos desesperados. Las lágrimas resbalaban por la piel de la elfa mientras desprendían brillos reflejados de la luna.

  • Usted, hermosa criatura, me ha ayudado efectivamente a evitar muertes innecesarias… las muertes de mis hermanos de batalla.

A lo lejos se empezaron a escuchar ruidos de batalla, gritos, choque de metal. Keyleth no podía creer lo que escuchaba, no podría perdonarse jamás el haber confiado en un humano. Milo no apuró su asunto, se tomó su tiempo viendo que la elfa estaba totalmente sometida al escuchar los gritos de su pueblo, continuó embistiendo hasta derramar su semilla dentro de ella, acto seguido la besó en la boca, se paró, y salió a unirse a sus compañeros en la batalla.

Keyleth permaneció tumbada a orillas del lago hasta que los ruidos de la batalla fueron apagándose. Una vez que logró incorporarse fue al campamento. Todo lo que encontró de su grupo fue muerte, al ver tan cruel escena cayó de rodillas y lloró, lloró durante horas, su tristeza era inconmensurable. No tenía más nada que hacer ahí, buscó algunas cosas entre los cadáveres y prosiguió su camino hacia el bosque, tenía que llegar a su pueblo.

 

Se sabe que Milo fue muy bien recompensado dentro del ejército por sus acciones, y Keyleth logró llegar junto a su pueblo para explicar lo sucedido. Al poco tiempo descubrió que estaba embarazada y, como bien sabía, su familia quiso deshacerse del bebé inmediatamente, ella les suplicó que al menos la dejen dar a luz, entendía perfectamente la situación y lo haría en secreto, nadie se enteraría. su madre accedió, y ayudó a mantener el secreto.

Pasaron los meses y el niño finalmente nació, parecía muy sano, apenas lloraba, y tenía ojos grises, como su madre. Keyleth lloró pero sabía que no se lo podía quedar, y tampoco creía quererlo, le recordaba demasiado lo que había sucedido esa terrible noche.

Ayudada por su familia, Keyleth salió del bosque sin ser vista y dejó al niño al costado de un camino que creía bastante transitado, lo dejo en una canasta en el suelo, lo miro por ultima vez y volvió al bosque, le sorprendió no escuchar llorar al niño, como si supiera que ese era su destino y lo aceptara.