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Desde hace años es una de las más anodinas trabajadoras que recorre la fortaleza negra de Quelizantor. Su trabajo gestionando inventarios es correcto.


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Los restos del imperio de los Peregrinos están por doquier, aunque para la mayor parte de los habitantes de Voldor son solo ruinas y chatarra inútil: tan solo el xion y los artefactos son dignos de estudio en los días que corren. Sin embargo, para la Sociedad del Anillo de Xion la cuestión es bien distinta, puesto que se dedica a la adoración del Peregrino y cree que el mundo que dejaron atrás puede ser recompuesto en algo completo. Y que, de ese modo, completando las obras de quienes les crearon, pueden asegurar un brillante porvenir para Vindusan., Esa es la voluntad de El Peregrino. Pese a ser respetados por los habitantes de la ciudad, ya que son grandes fabricantes de objetos mágicos y parte importante de quienes mantienen el xion que canaliza la magia de esta, se preocupan por mantener sus lealtades y objetivos en secreto, pues su fe se castiga con la muerte. La Sociedad del Anillo de Xion es anterior a Vindusan, pues descienden de elfos Bastarre que intentaron mantener la tecnología de los Peregrinos cuando estos empezaron a abandonar Voldor. Algunos de sus miembros son ocasionalmente acusados de simpatizantes Bastarre por ciertos colectivos de la ciudad, acusaciones graves que, de conocerse su afiliación religiosa, bien podrían derivar en una caza de brujas. Es una organización mistérica, con el Gran Lector del Cristal en la cima, desde donde domina a los veintidós niveles inferiores. Los miembros van avanzando dentro de la estructura según van aprendiendo más sobre la magia, dominan más técnicas secretas para replicar la sombra del conocimiento de los Peregrinos, y se aseguran de que nada de lo que aprenden llegue a manos, oídos y ojos de extraños. 

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Aunque las tierras de los hirgures están muy al norte, son muchos los marineros, piratas e incursores que cruzan el Marmarax hasta el litoral azurita, y una buena parte de ellos termina por asentarse en sus diferentes pueblos y ciudades. Con ellos, junto a sus costumbres tildadas de salvajes, los hirgures traen sus dioses y costumbres espirituales y fundan templos e iglesias allí donde se les permite. Los hirgures dedicados a la lucha, como guerreros, paladines o exploradores, rinden culto a la Guardiana, diosa de la justicia y el valor, a la que también llaman Sifh.

Su relación con la naturaleza y el duro clima del norte, lo que incluye los gélidos y tormentosos mares, hace que haya quienes piden protección ante los elementos a la Madre Abundante. Esta suele nombrarse como Dekantae, nombre heredado de las costumbres de los orcos, que los hirgures han absorbido tras siglos de convivencia. También chamanes y druidas rinden culto a aspectos concretos de la naturaleza, como las nieves o el océano, creando dioses menores con sus propios nombres y ritos.

Tampoco hay que obviar que en la cultura de los hirgures tienen mucha importancia sus ancestros y las hazañas que estos realizaron para llevar a su pueblo a la libertad. Por esta razón creen que las proezas realizadas en vida, especialmente aquellas que implican derrotar a las descomunales bestias que habitan las montañas, los acercan a sus dioses y atraen su mirada divina sobre ellos en forma de bendición. También creen que esta bendición se transmite de padres a hijos, siendo motivo de orgullo desde el nacimiento hasta  la muerte, que incluso otorga estatus social frente a otros hirgures.

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Datos generales

Pueblo: 2972 habitantes (90 % vadanios, 5 % enanos, 2 % zabarios, 1 % higures, 1 % hipótidos, 1 % otros).
Límite de dinero: 1500 mo.
Guardias: Guarnición de 12 guardias y patrullas esporádicas.
Autoridad: El consejo de Antalare.
Religiones mayoritarias: Abadía de Ahuraz, Cofradía de Erekar.
Organizaciones: Orden de la Maza Exultante.

A la sombra de las escarpadas Montañas Esmeralda se encuentra, desde hace generaciones, el pueblo de Antalare. Donde las tranquilas aguas del río Kurhaza parten hacia Vadania dejando tras de sí las montañas, esta humilde población ha prosperado gracias a las explotaciones mineras emplazadas en las faldas de la cordillera. Aunque ocupa una gran extensión de terreno en la ladera y a lo largo del río, apenas un tercio de sus habitantes vive en el centro urbano, al que la mayoría de extranjeros llama Antalare, construido hace algo más de un siglo y en el que se concentran los edificios más importantes y se celebran los mercados y fiestas populares. El resto de sus habitantes se encuentran repartidos a lo largo de la ribera del río, donde es posible encontrar decenas de plantaciones, campamentos madereros y pequeñas explotaciones mineras regentadas por distintas familias llegadas a la región en tiempos más recientes.

Historia de la ciudad

Las Montañas Esmeralda, una colosal cordillera de riscos escabrosos y profundos valles apenas accesibles, esconden ingentes reservas de hierro y plata. Durante la época de los Peregrinos fueron muchos los esclavos que se vieron forzados a ascender a la cordillera y excavar durante años para acceder a las vetas de mineral, pero de todo aquel tiempo lo único que quedó siglos después fue una ingente cantidad de muertos vivientes que vagaban por la región ahuyentando a quienes rondaban cerca.

A pesar de toda la presencia de esclavos en la región durante la marcha de la raza de las estrellas, no fueron los descendientes de dichos esclavos los que fundaron Antalare. Este honor recae sobre un grupo de caballeros errantes que decidieron arrebatar el control de la región a los muertos vivientes que allí moraban y establecer sus propios dominios junto a las montañas. Sir Jojeff el Recio, quien había dirigido a sus camaradas de armas hasta las Montañas Esmeralda, fue elegido por sus iguales como primer gobernante del lugar, y las gentes de Antalare, que jamás habían aspirado a grandes objetivos, no dudaron en hincar la rodilla ante la corona de Vadania cuando sus emisarios se presentaron en la ciudad.

A los pocos años de la fundación de la ciudad se estableció que la responsabilidad de gobernar la región se repartiría en tres personas distintas: el alcalde, elegido por los habitantes cada diez años, el gran maestre de los Caballeros de la Maza Exultante y el abad de Antalare. A estos tres cargos se les conoce como el Consejo de Antalare, y toda gran decisión que tenga lugar en la ciudad debe ser consensuada por al menos dos de sus miembros.

Cultura y religión

La venta de armas y herramientas forjadas con el hierro que se extrae de las montañas es el principal producto de comercio, por lo que la mayoría de actividades que se realizan en Antalare están enfocadas a ello. Sin embargo, esto no es un negocio tan lucrativo como piensa la mayoría, puesto que todo mercader de Antalare debe donar una parte de sus beneficios a la Orden de la Maza Exultante y un diezmo a la abadía de Ahuraz. Esta deidad es adorada por gran parte de la población, que acude constantemente hasta la abadía para pedir al dios Ahuraz y al sol Avor que sigan protegiendo Antalare de los muertos vivientes que hace décadas poblaron estas tierras.

Cuando sir Jojeff el Recio purgó el mar de estas tierras hace más de cien años, trajo consigo un espejo de plata pulida, curvo y de gran tamaño, regalo que un rey de tierras lejanas le hizo durante sus aventuras de su juventud. Dicho espejo está colocado en lo alto de la Torre Argéntea, en el centro del pueblo, y reluce con la gloria de Ahuraz en los siete momentos del día en los que los rayos de Avor cruzan el tamiz de hierro entrecruzado que cubre la parte superior de la torre.

Las leyendas sobre Nothsa, un valle perdido entre las Montañas Esmeralda, en el que el antiguo tirano Chraunnus escondió sus valiosos tesoros, han atraído un flujo constante de eruditos y aventureros durante generaciones. Aunque no hay nadie que tenga información real al respecto de este lugar, existe un acuerdo tácito por parte de los vecinos de alimentar este tipo de rumores y leyendas, atrayendo así a toda clase de curiosos para enriquecerse gracias a ellos.

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Instigator
Nanna Hanish

Nanna Hanish solicita a los héroes que encuentren a la expedición de Xarkaz. Hace más de dos días que no envían reportes y se teme lo peor. Tratar de encontrar la expedición y traerla de vuelta en cualquier estado es la máxima prioridad. También pide que se trate en secreto esta misión.

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