Pym creció en una pequeña comunidad feral escondida en un lugar recóndito a la entrada del desierto, un diminuto oasis metido en una cueva que mantenía verdes y vivas plantas, las suficientes para mantenerse. Ahí fuera no había más que arena y viento así que no tenía sentido salir a buscar nada cuando lo importante ya estaba dentro. Tampoco tenía sentido QUERER salir.
Y aún así…
Todo empezó con un pequeño objeto, o eso diría Pym. Probablemente el impulso siempre estuvo ahí. Un pequeño objeto de metal que se encontró en la arena un día, uno que hacía sonidos curiosos y bonitos, que cantaba. Lo tenía como su más preciado tesoro, para ella era hasta mágico… hasta que como todo, se rompió un día. Nadie de su madriguera veía las creaciones de la cuidad de Vapor como algo bueno, asique lo había mantenido bien escondido… ese día sin embargo decidió enseñarlo y preguntar si alguien podía arreglarlo.
Y no solo no sucedió, si no que fue confiscado, le pidieron que dejase de mirar más allá de la seguridad de la cueva cuando todo lo que necesitaban estaba ya dentro.
Esa misma noche, Pym recuperó su cacharro y salió en busca de alguien que pudiera arreglarlo al único sitio del que había oído que hacían creaciones similares en libros e historias de gente perdida en el desierto … la Cuidad de Vapor.
Con lo que no había contado es con ese molesto sistema llamado capitalismo y sus elusivas monedas, las cuales no solo no había visto mucho ( pues de dónde venía no se usaban) si no que no tenía demasiada idea de como adquirirlas.
Fue así cómo pasó sus primeros meses, yendo de un lado para otro con las pocas monedas que lograba conseguir aquí y allí, entrando en casas ajenas cuando no había nadie por temporadas y viviendo hasta tenía que huir… y lo más importante, consiguiendo piezas y ingredientes de las que ahora estaban en todos lados para aprender a construir cosas ella también. Jamás logró aprender el bello arte de la mecánica como dios manda, pero para hacer todo tipo de mejunjes inconvenientes ( desde explosivos a pegamentos ) sí que tenía bastante mano.
Viendo que la cuidad de Vapor había perdido el brillo que tenía en su cabeza cuando no era más que una historia, Pym decidió que era el momento de ponerse en marcha hacia el siguiente cuento, uno que había escuchado ahí mismo… Unión, el nuevo mundo.
—- Eventos en rol y el año siguiente —-
Pym conoció a una tripulación variopinta nada más poner un pie en el sitio… Las Ánimas, se hacían llamar. Cada tripulante más curioso que el anterior… incluidos sus conocidos.
Al principio no tenía ninguna intención de unirse a ningún… ¿Barco? Ni siquiera estaba segura de que HUBIESE un barco. Pero después de haber sobrevivido viendo cómo a su alrededor había complots, asesinatos, criaturas de ojos rojos y…. ¿Un lobo muy grande? Bueno, está claro que nunca está de más agradecer a la gente que la dejó esconderse detrás de ellos mientras todos se apuñalaba mutuamente y espíritus hacían el resto el bonito gesto.
Después de un año de periodo de adaptación, Pym tiene que admitir que unirse a Las Ánimas es probablemente la única decisión buena que ha tomado desde que salió de casa.
