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Trovadores de lord Lemirzhan, un mediano poeta que acostumbra a hablar mediante rimas o canciones

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Organización contrabandista de Sananda.
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Junto a las religiones mayoritarias de la zona es posible encontrar otros cultos más pequeños o irrelevantes que muestran la enorme riqueza espiritual de la región. Muchos de ellos son dioses menores o criaturas semidivinas como pueden ser ajenos de los planos exteriores o criaturas legendarias.

Xeinoth (El de las Lamentaciones)

Patrón de la ciudad subterránea de Craexhin, este titán morlock de la fuerza en la batalla es ampliamente adorado por las razas que habitan Vajra, sobre todo bajo Shabana. Cuentan los clérigos que, mientras el grandioso Xeinoth recorre el submundo, le acompañan las lamentaciones de todos aquellos que ha asesinado, y que es capaz de escuchar las de los espíritus asesinados que rodean a los demás, siendo así como juzga a sus fieles. Su símbolo es una maza bruñida sobre un charco de sangre que también suele utilizarse como escudo de armas de Craexhin.

La Gran Hueste Tormentosa

Es una enorme entidad divina conformada por fatas, espíritus y otras criaturas que se han unido a ella a lo largo del último milenio, desde que los Peregrinos la trajeran accidentalmente desde otro plano. Dado que siempre está acompañada de una gran tormenta, los habitantes de Sananda han conferido una cualidad mística a las lluvias, rayos y relámpagos. Se trata pues de una fuerza caótica de la naturaleza a la que se adora como a un dios de lo salvaje y de la tormenta. Los miembros de la Gran Hueste son cazadores sobrenaturales, clementes con aquellos que les rinden culto y se postran ante su poder. Sin embargo, aquellos que les plantan cara conocerán su furia o, si son lo suficientemente valientes y dignos, serán invitados a unirse a ella. En la mayoría de comunidades de Sananda sus fieles realizan ritos y ofrendas para que la Hueste pase de largo, pero sus adoradores más devotos siembran el caos y la destrucción esperando ser merecedores de unirse a ella. Algunas caravanas de mercaderes centauros llegadas desde las llanuras del sur han traído a Vindusan esta religión, llegando incluso a fundar un pequeño templo en el barrio de los mercaderes donde rendir adoración.

Marchekai, la gran sierpe azul

Cuentan las leyendas que Marchekai era, antes de la llegada de los Peregrinos, una gigantesca dragona azul que gobernaba las nubes y tormentas sobre los desaparecidos bosques de Shabana. Para huir de la extinción a manos de la raza de las estrellas la dragona utilizó su magia y escapó a los Planos Exteriores, donde ha pasado milenios hasta su reciente retorno a Voldor. Ahora esta gran sierpe con poderes prácticamente divinos habita las cumbres de los montes Aurak y ha comenzado a relacionarse con las tribus de gnolls, ogros y otras bestias nombrando clérigos y reclamando adoradores. Por el momento, sus intenciones abarcan la dominación de los pueblos de la región mediante un credo estricto que fomenta la lealtad y recompensa la fuerza.

Eltahor y Anaeze

Estos dioses gemelos, uno varón y otro mujer, son los hijos de Ahuraz, nacidos del vacío durante los primeros días de la creación. Son representados respectivamente por Cercion y Acear, las lunas de Voldor, y son los encargados de regir las denominadas «magias menores» en nombre de su padre. Es por ello que Eltahor es considerado el dios patrón de la alquimia, mientras que Anaeze es la diosa patrón de las inscripciones mágicas y las runas. Estas dos deidades menores tienen su origen en la tradición élfica de los primeros días de libertad y aún mantienen algunos seguidores, especialmente entre los gremios dedicados a la alquimia y a las inscripciones de pergaminos, que les han construido pequeños templos para pedirles guía y fortuna en sus negocios.

Dathanos del Bosque Marchito

Según las historias más antiguas, Dathanos era un poderoso druida o hechicero (según la versión) que gobernaba como único soberano en el extraordinario bosque que ocupaba Shabana antes de la llegada de los Peregrinos. Cuando estos comenzaron a deforestar sus dominios masivamente, Dathanos y sus fieles se enfrentaron a ellos, pero fueron incapaces de frenar su avance y fueron aniquilados junto a su milenaria foresta. Sus seguidores afirman que su espíritu y el de todas las criaturas asesinadas aún reposan bajo las arenas del desierto, protegiendo su legado, y que, algún día, su reino florecerá de nuevo cubriendo Shabana de vida y vegetación. Entre sus seguidores destacan los conocidos como «druidas de los huesos», que viajan buscando espíritus de los siervos de Dathanos para guiarlos hacia el regreso de su señor.

Diradhis de Minmara

Entre los pescadores y marineros de la laguna Minmara y sus afluentes es frecuente oír rezos y oraciones hacia Diradhis, el espíritu que habita la laguna. Este espíritu de la naturaleza se aparece en ocasiones a los pescadores en forma de serpiente acuática, de ahí que su representación más frecuente sea la de una sierpe que emerge de las aguas. Son muchos los que le rezan para pedir prosperidad en la pesca o por no ser atacados por alguna de las criaturas hostiles que habitan la laguna. También algunas razas acuáticas, como los hipótidos o los anuros, suelen pedir permiso a Diradhis de manera reverencial antes de sumergirse en ella.

Suranoth, Señor del Clima

Esta antigua deidad es minoritaria en Vindusan y sus seguidores se ven obligados a adorarle en secreto, pues su devoción está prohibida por la iglesia de Ahuraz. Se trata de la figura de un antiguo Peregrino, adorado por elfos y otras razas en épocas anteriores, al que se atribuía la capacidad de controlar el clima a voluntad. Algunos aún rezan a Suranoth cuando desean que llueva para no encontrar tormentas de arena en sus viajes. Los más radicales consideran una herejía cualquier intento mágico de manipular la meteorología llegando incluso en ocasiones a realizar ataques contra los seguidores de Eurana y algunos magos locales.

Los Ancestros Venheli

Aunque no se trata de verdaderos dioses, los venheli adoran a una serie de poderosos ajenos infernales capaces de conceder conjuros y bendiciones entre aquellos que les rinden culto. Muchos venheli consideran a estos seres infernales sus ancestros y protectores, mostrando respeto y devoción, aunque son conscientes del alto precio a pagar por pactar con ellos (lo que tratan de evitar salvo en situaciones desesperadas). Existen multitud de infernales reverenciados por los venheli, muchos más de los aquí listados, entre las altas jerarquías de demonios, diablos y otros seres de los Planos Inferiores. Esto se debe a que los venheli no hacen distinción entre los diferentes tipos de infernales y sus categorías. Además, existen por todo Voldor pequeñas sectas de adoradores de estos infernales sin ninguna relación con el pueblo venheli.

Androktasiai
Soberana de la Sangre, Señora Demoníaca de las Matanzas y las Batallas. Androktasiai tiene el aspecto de una hermosa mujer de ojos rojos como la sangre y una majestuosa corona de cuernos enroscados. Sus gustos son violentos y dicen los textos antiguos que las contiendas que terminan en masacre le producen un gozo desmesurado. Sus ojos recorren los campos de batalla en busca de sanguinarios campeones a los que seducir mientras sus marilith reclaman las almas de los caídos en su nombre.

Tephros
Heraldo del Crepúsculo Abrasador, Señor Demoníaco de las Cenizas y los Ifriti. Tephros tiene el aspecto de una informe sombra cenicienta que se retuerce y brota desde una llama dorada situada en su centro. Este ser es conocido como el Señor de los Ifriti, y muchos de ellos le rinden culto como su creador. Su presencia es más fuerte en lugares cálidos como el desierto de Shabana, aunque disfruta enormemente arrasando zonas boscosas con incendios que tardan semanas en extinguirse. 

Talhi’bak
Señora Demoníaca de la Astucia, Máscara de los Mentirosos y Poeta de los Ladrones. Talhi’bak es una de las doce Súcubos e Íncubos Soberanos que administran el plano inferior conocido como los Eriales Tormentosos. Siente una especial predilección por aquellos con el don del engaño y la mentira, siempre dispuesta a recompensar a los astutos y los que utilizan embustes para obtener lo que desean. Entre sus adoradores son frecuentes los ladrones y asesinos, aunque también hay espías, políticos, truhanes y chantajistas. A cambio de su devoción, suele recompensar a sus adoradores con capacidades sobrenaturales para el engaño, como poderes psiónicos o de cambiaformas. 

Namtaru
Madre del Millón de Sufrimientos, Soberana del Páramo de las Pesadillas. Namtaru es una ancestral saga nocturna que gobierna en un semiplano onírico desde el que accede al Plano Material y a los sueños de sus víctimas. Allí, numerosas sagas, súcubos e íncubos la rinden vasallaje. Namtaru disfruta creando nuevas plagas con las que azotar a los débiles, tanto físicas como mentales, y sus seguidores son conocidos por expandir enfermedades por ciudades y planos para deleite de su señora.

Zodahar
Rector de los Altos Secretos, Diablo de la Magia Prohibida. Zodahar es uno de los diablos que más se mencionan en los tratados de demonología y magia arcana. Con un rostro mitad humano y mitad muflón, Zodahar conoce innumerables secretos mágicos que está dispuesto a compartir con todos aquellos que acepten pagar el precio. También disfruta susurrando sus secretos a los magos y escondiéndolos entre fórmulas arcanas, a la espera de ser encontrados y descifrados. Viejos escritos de los Peregrinos hablan de sus inferencias y le responsabilizan de algunos accidentes arcanos a lo largo de su historia.

Otros cultos y doctrinas

A la enorme lista de dioses hay que añadir otra de cultos espirituales existentes en la ciudad y que, por sus características, no pueden ser considerados como deidades.

El culto cívico de Vindusan. Entre los fórmigos de Vindusan se extiende el culto a la metrópolis como un ente divino al que adoran desde multitud de templos repartidos por su red de túneles. Sus clérigos afirman escuchar y hablar con el espíritu de la ciudad, exigiendo demostraciones públicas en honor de la deidad (en forma de solemnes marchas, sacrificios en los que la carne es ofrecida a los más desfavorecidos y fiestas para reforzar la cohesión social). También dirigen proyectos arquitectónicos que elevan la calidad de vida en la ciudad, como mejoras en las canalizaciones o trabajos en la red viaria en nombre de su voluntad. Para el culto cívico de Vindusan esta es una criatura joven pero fuerte, amante del orden y que repudia los pueblos caóticos que existen a su alrededor. Suelen representarla como una forma humanoide apenas esbozada pero con el rostro de una reina fórmiga, la piel surcada por canales y a cuyos pies descansa la gran laguna. En el arte fórmigo, Vindusan aparece principalmente con una larga lanza, combatiendo a monstruos y salvajes en mitad de páramos desolados.

Cogitarismo. Existen en Vindusan, ocultándose de todos, algunas sectas y pequeños grupos de fieles a la dualidad representada por El Peregrino y Azhek, formadas sobre todo por elfos Bastarre llegados desde Zaselsan. Estos grupos suelen poner sus intereses en todo lo relacionado con los Peregrinos, especialmente con artefactos antiguos y el xion puro que puede obtenerse de la sal de Minmara. Consideran a los Banjora traidores a la raza de las estrellas y no dudan en realizar atentados y asesinatos contra sus líderes para tratar de desestabilizar la ciudad e inclinar la balanza en su guerra contra Kymelin.

 

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Daño: 1d8 + FUE cortante

Versátil: 1d10

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Datos generales

Pueblo: 2972 habitantes (90 % vadanios, 5 % enanos, 2 % zabarios, 1 % higures, 1 % hipótidos, 1 % otros).
Límite de dinero: 1500 mo.
Guardias: Guarnición de 12 guardias y patrullas esporádicas.
Autoridad: El consejo de Antalare.
Religiones mayoritarias: Abadía de Ahuraz, Cofradía de Erekar.
Organizaciones: Orden de la Maza Exultante.

A la sombra de las escarpadas Montañas Esmeralda se encuentra, desde hace generaciones, el pueblo de Antalare. Donde las tranquilas aguas del río Kurhaza parten hacia Vadania dejando tras de sí las montañas, esta humilde población ha prosperado gracias a las explotaciones mineras emplazadas en las faldas de la cordillera. Aunque ocupa una gran extensión de terreno en la ladera y a lo largo del río, apenas un tercio de sus habitantes vive en el centro urbano, al que la mayoría de extranjeros llama Antalare, construido hace algo más de un siglo y en el que se concentran los edificios más importantes y se celebran los mercados y fiestas populares. El resto de sus habitantes se encuentran repartidos a lo largo de la ribera del río, donde es posible encontrar decenas de plantaciones, campamentos madereros y pequeñas explotaciones mineras regentadas por distintas familias llegadas a la región en tiempos más recientes.

Historia de la ciudad

Las Montañas Esmeralda, una colosal cordillera de riscos escabrosos y profundos valles apenas accesibles, esconden ingentes reservas de hierro y plata. Durante la época de los Peregrinos fueron muchos los esclavos que se vieron forzados a ascender a la cordillera y excavar durante años para acceder a las vetas de mineral, pero de todo aquel tiempo lo único que quedó siglos después fue una ingente cantidad de muertos vivientes que vagaban por la región ahuyentando a quienes rondaban cerca.

A pesar de toda la presencia de esclavos en la región durante la marcha de la raza de las estrellas, no fueron los descendientes de dichos esclavos los que fundaron Antalare. Este honor recae sobre un grupo de caballeros errantes que decidieron arrebatar el control de la región a los muertos vivientes que allí moraban y establecer sus propios dominios junto a las montañas. Sir Jojeff el Recio, quien había dirigido a sus camaradas de armas hasta las Montañas Esmeralda, fue elegido por sus iguales como primer gobernante del lugar, y las gentes de Antalare, que jamás habían aspirado a grandes objetivos, no dudaron en hincar la rodilla ante la corona de Vadania cuando sus emisarios se presentaron en la ciudad.

A los pocos años de la fundación de la ciudad se estableció que la responsabilidad de gobernar la región se repartiría en tres personas distintas: el alcalde, elegido por los habitantes cada diez años, el gran maestre de los Caballeros de la Maza Exultante y el abad de Antalare. A estos tres cargos se les conoce como el Consejo de Antalare, y toda gran decisión que tenga lugar en la ciudad debe ser consensuada por al menos dos de sus miembros.

Cultura y religión

La venta de armas y herramientas forjadas con el hierro que se extrae de las montañas es el principal producto de comercio, por lo que la mayoría de actividades que se realizan en Antalare están enfocadas a ello. Sin embargo, esto no es un negocio tan lucrativo como piensa la mayoría, puesto que todo mercader de Antalare debe donar una parte de sus beneficios a la Orden de la Maza Exultante y un diezmo a la abadía de Ahuraz. Esta deidad es adorada por gran parte de la población, que acude constantemente hasta la abadía para pedir al dios Ahuraz y al sol Avor que sigan protegiendo Antalare de los muertos vivientes que hace décadas poblaron estas tierras.

Cuando sir Jojeff el Recio purgó el mar de estas tierras hace más de cien años, trajo consigo un espejo de plata pulida, curvo y de gran tamaño, regalo que un rey de tierras lejanas le hizo durante sus aventuras de su juventud. Dicho espejo está colocado en lo alto de la Torre Argéntea, en el centro del pueblo, y reluce con la gloria de Ahuraz en los siete momentos del día en los que los rayos de Avor cruzan el tamiz de hierro entrecruzado que cubre la parte superior de la torre.

Las leyendas sobre Nothsa, un valle perdido entre las Montañas Esmeralda, en el que el antiguo tirano Chraunnus escondió sus valiosos tesoros, han atraído un flujo constante de eruditos y aventureros durante generaciones. Aunque no hay nadie que tenga información real al respecto de este lugar, existe un acuerdo tácito por parte de los vecinos de alimentar este tipo de rumores y leyendas, atrayendo así a toda clase de curiosos para enriquecerse gracias a ellos.

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Instigator
Nanna Hanish

Nanna Hanish solicita a los héroes que encuentren a la expedición de Xarkaz. Hace más de dos días que no envían reportes y se teme lo peor. Tratar de encontrar la expedición y traerla de vuelta en cualquier estado es la máxima prioridad. También pide que se trate en secreto esta misión.

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