Remove ads by subscribing to Kanka or enabling premium features for the campaign.

Hace varios siglos que los fórmigos, junto con sus aliados centauros y alunos, expulsaron a los saurios de Sananda. Desde entonces, los habitantes de las selvas de Saurania han intentado en varias ocasiones volver a expandirse hacia el norte; sin embargo, sus intentos han sido repelidos una y otra vez hasta hace aproximadamente dos años, cuando una tribu entera de saurios invadió la construcción de un nuevo hormiguero en las orillas del Xenir, matando a todos los fórmigos. Esta tribu es el clan de Ix-Ahau.

Aunque la mayoría de los saurios venera a Ssuchuq, este no es el caso de los hombres lagarto de Sananda, que depositan su fe en uno de los avatares de Gram, el Devorador Eterno. Brutal hasta extremos intolerables incluso para los saurios de Saurania, el clan Ix-Ahau fue expulsado de su hogar ancestral tras un amargo conflicto en el que los saurios se enfrentaron a sus hermanos. Considerados herejes y poco más que bestias por sus congéneres, acabaron por cruzar el Xenir e instalándose en el poblado de Muluc-Xul, en los desfiladeros de las Rocas Ululantes, llamadas Ulunari por el sonido que produce el viento al pasar por ellas.

Los saurios de Sananda viven exclusivamente de la caza, aunque no solo de animales, ya que devoran toda presa que cae en sus garras. Pocos destinos hay peores que acabar capturado por ellos. El único pueblo con el que tienen tratos son los cíclopes de las Quebradas del Ojo, a las cuales acuden de vez en cuando por el Paso de Gorgax, un desfiladero secreto que comunica ambos poblados. Aunque menosprecian a los trasgos y osgos, tienen un sano respeto por los cíclopes. Los saurios proveen a la Legión de los minerales que necesitan para su conquista y que pueden encontrarse en las cavernas de Muluc-Xul y, a cambio, los cíclopes les obsequian armas de metal y víctimas para sus rituales.

El gobierno del clan Ix-Ahau recae en las garras de Tizoc, apodado el Inmortal en la lengua de los saurios, ya que lo han visto recuperarse de heridas que habrían matado a cualquiera. A su lado siempre se encuentra su amante Kuapan Hiendecráneos, un gigantesco saurio que jamás se separa de Tizoc desde que apareció el chamán Mugjhorl, el Portador de la Marca, un saurio de escamas negras que, al faltarle una pierna, anda siempre apoyado en su cayado de huesos. Mugjhorl llegó hace poco a Muluc-Xul y rápidamente se ganó la confianza de Tizoc cuando comenzó a bendecir a los guerreros con la «marca». Si los saurios de Ix-Ahau ya eran feroces, aquellos que reciben las bendiciones de Mugjhorl se convierten en monstruos aullantes que acaban con todo a su paso, el más alto don dado por el propio Devorador.

Un saurio marcado se vuelve inmune al dolor y entra en una especie de trance homicida llegado el momento de combatir que lo hace especialmente fiero y resistente. Es tal su bestialidad que han adquirido cierta notoriedad en las llanuras. Los jóvenes alunos que quieren convertirse en adultos de pleno derecho a veces buscan a estos hombres lagarto, aunque pocos lo consiguen, por lo que la tribu de los caballos les tiene un especial odio a los saurios de Ix-Ahau. Los centauros y los fórmigos, enemigos desde hace siglos de los saurios, por ahora son reticentes a atacar de nuevo el poblado de Muluc-Xul, pues han perdido a muchos de los suyos en los últimos dos años, una circunstancia que se alarga en el tiempo debido a sus problemas internos.

Las partidas de caza de los Ix-Ahau casi siempre tienen a un par de marcados entre ellos. Cada vez son más frecuentes y más osados, por lo que se han convertido en un verdadero peligro en las regiones sureñas de las llanuras. Además, se han adaptado especialmente bien a este nuevo entorno, desarrollando una gran habilidad para emboscar o pasar desapercibidos ante los grupos más numerosos de alunos o centauros; aunque a veces, si han recibido la marca, no dudan siquiera en salirles al paso, causando importantes bajas antes de caer abatidos.

Los dominios de Ix-Ahau en Sananda están delimitados por las rocas del ritual, o sereg xarn, como ellos las llaman. Se trata de montículos de cráneos bañados en sangre que rodean las proximidades de Muluc-Xul; incluso una de ellas se encuentra en el Paso de  Gorgax, hecha exclusivamente con los cráneos de trasgos y osgos que intentaron llegar al poblado cuando los saurios lo hicieron suyo. Pocos se atreven a traspasar estos montículos si no es acompañados de un pequeño ejército, el problema es que cada vez son más numerosos y se van internando más y más en las llanuras. El más reciente del que se tiene constancia se encontró en los bosques próximos a Aluiia, peligrosamente cerca de la ciudad fórmiga y hecha con los cráneos de una caravana de comerciantes que se dirigía hacia allí.

El clan Ix-Ahau tiene poco o ningún contacto con sus hermanos de Saurania, pues, en su huida, los adoradores del Devorador derramaron su sangre. Saurania los ha declarado proscritos y existe la orden de acabar con ellos si pisan sus territorios. Por ahora no sus hermanos por echarlos de su hogar, también es cierto que la vergüenza pesa sobre ellos. En las raras ocasiones en las que se han vuelto a encontrar, ha sido al norte del Xenir, y tras un pequeño y tenso parlamento cada uno ha seguido su camino.