A mediados del invierno, la gran tribu aluna hace su peregrinación hasta Luania para dejar allí los caballos capturados durante todo el año a cambio de provisiones y suministros. Pasan allí lo más crudo del invierno y se marchan con algunas de las monturas entregadas el año anterior, ya entrenadas para ser caballos de guerra. Durante su estancia, la música se apodera de las calles de la ciudad, ya que el pueblo aluno es dado a romper a cantar cuando se encuentra en familia. Las diferentes hordas montan sus campamentos en una gran explanada que se encuentra fuera de la ciudad para tranquilidad de la lukar Sistra y sus ciudadanos, que ven cómo los incivilizados alunos campan a sus anchas.
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