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130 cm de altura, 35 kg de peso.

Los Ferranos son humanoides de pequeña estatura con aspecto de roedor. Sus cuerpos están cubiertos con una capa de pelo pardo grisaceo, y tienen una larga cola desprovista de pelo. Sus extremidades están provistas de garras afiladas y, aunque son físicamente enclenques, son capaces de emitir un horrible hedor capaz de al menos disuadir, cuando no incapacitar, a sus enemigos. El olor de los Ferranos es conocido por toda Talislanta como uno de los aromas más repulsivos que existen.

Se cree que los Ferranos descienden de los Jaka o de los Bestimanos. Durante el Gran Desastre, sus ancestros se ocultaron en madrigueras y túneles subterraneos para evitar la destrucción. Finalmente se adaptaron a su ambiente subterráneo, resultando sus formas más menudas y ágiles mejor preparadas para el movimiento subterráneo. Desarrollaron una excelente visión nocturna y unos agudísimos sentidos del oído y el olfato. Además tienen una destreza y velocidad endemoniadas, quizá sólo superadas por las de los Funestos, que aplican sin pudor alguno en sus correrías. Muchos están entrenados en el uso de dagas, espadas cortas y ballestas ligeras, y los garrotes y porras también son populares entre ellos.

Los Ferranos viven en madrigueras formadas por laberintos de estrechos túneles, pozos, conductos y mirillas. De tamaño compacto, con excelente visión nocturna y sentidos muy agudos, los Ferranos navegan por esos lugares con facilidad. Se congregan en grupos llamados "rehalas", que pueden ir de una docena de individuos hasta incluso sobrepasar el centenar de individuos. Estas rehalas salen de sus madrigueras por la noche para recolectar comida o para robar sus posesiones a los viajeros descuidados, llevando el producto de sus correrías de vuelta a su guarida y escondiéndolo en hoyos profundos. Los ferranos intentarán robar cualquier cosa que puedan acarrear e introducir dentro de sus madrigueras. Son astutos y ladinos, y emplean armas y equipo saqueado a otras criaturas durante sus razias. Sufren de cleptomania patológica, acompañada de un agudo instinto de conservación: enfrentados a un peligro, los Ferranos escogen siempre la huída. Aquellos que se aproximan a la civilización se convierten en ladrones incansables con una personalidad servil.

Los Ferranos pueden comer prácticamente cualquier cosa excepto carroña. Lo que otros pueden ver como basura puede ser considerado un festín segun el estandar  Ferrano. Los Ferranos son increíblemente prolíficos. La hembra adulta promedio puede dar a luz una camada de una docena o más de cachorros cada tres meses. Los machos y las hembras cambian de pareja a menudo, siendo las hembras atraídas por los machos que han conseguido más bienes y botín. Los jóvenes son criados en guarderías subterráneas hasta que son  lo suficientemente mayores para salir a recolectar con el resto de la rehala.

Los Ferranos son ratas de manada que acumulan artículos de todo tipo. Cada macho tiene su propio escondite, en el que guarda sus posesiones más preciadas, en gran parte basura inútil para los estándares de otras personas, pero cada pieza un tesoro precioso para un Ferrano. Recolectores por oficio y por inclinación, un Ferrano no adquirirá por medios honestos nada que pueda robar. Sin embargo el término preferido para tales actividades es "encontrar". Los Ferranos evitan el conflicto directo siempre que sea posible, prefiriendo utilizar el sigilo, la velocidad y el elemento sorpresa. Si son atacados, son capaces de liberar un olor nocivo que la mayoría de las criaturas encuentran repulsivo.

Las rehalas Ferranas son dirigidas por un líder, habitualmente un macho que ha demostrado que tiene un buen olfato para buscar y "encontrar", y ha acumulado un buen montón de "tesoros". Los líderes de la rehala planean incursiones de ladrones, asignan botines, dirimen los litigios, reclutan a nuevos merodeadores, y también atraen a las hembras más codiciadas. Si un Ferrano no está haciendo todo lo que puede, el líder de la rehala puede expulsar al culpable del grupo. Tal humillación solo puede remediarse realizando algún acto heroico de robo o recolección.

Los Ferranos no practican ningún arte, música o artesanía. No hacen nada propio, pero recolectan todo lo que necesitan. Los Ferranos no pueden soportar la música a todo volumen, dado que lastima sus sensibles oídos.

Los Ferranos no tienen aliados ni relaciones formales con otras naciones o pueblos. Sus rehalas se encuentran en toda la región de las Tierras Salvajes y, en menor medida, en las Tierras Occidentales. Los Ferranos a veces viajan a otros países, donde pueden operar como ladrones, espías y aventureros. Rara vez son bienvenidos en tierras civilizadas, ya que el olor Ferrano es considerado ofensivo por la mayoría de las otras razas. Es una creencia común que un número importante de ferranos viven en las enmarañadas cloacas de ciudades como Zanth, Aamahd, Hadj, Irdan y Tarún.

Los Ferranos no tienen talento para la magia y carecen de todo interés en el concepto de religión. "Encontrar", y adquirir una gran cantidad de botín, es todo lo que le importa a este pueblo. No existe ninguna tradición mágica o mística en el seno de las rehalas. Es muy raro que un Ferrano posea el don e incluso más raro que lo llegue a explotar. Un personaje crecido en este pueblo deberá enfrentarse a su condición de iletrado para poder llegar a ser mago. La naturaleza cleptómana de los ferranos, su olor corporal y su mala reputación constituirán también obstáculos para encontrar un mentor.

Los Ferranos entierran a sus muertos por encima del suelo, cubriendo el cuerpo con piedras y escombros después de dividir las posesiones del difunto entre los miembros de la rehala.

Los Ferranos hablan una versión cruda del Bajo Talislán. Dado que su cultura es oral, los ferranos no saben leer ni escribir. Los nombres comunes terminan con una doble "X", "K" o "Z", como en Pixx, Firzz, Shizz, Fezz y Dworkk.