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La Gran Muralla es la estructura más extraña y espectacular de la región. Extendiéndose a lo largo de toda la frontera entre Aamán y Zandú, e incluso partiendo en dos la antigüa capital phædrana, es una inmensa estructura amurallada de casi veinte metros de alto y más o menos la mitad de ancho en su base. Fue construída tras las Guerras de los Cultos por ambas facciones como una forma de poner fin a siglos de guerra civil, y con el objetivo de formar una frontera entre los dos países surgidos del difunto Imperio Phædrano. Ambas naciones llegaron al acuerdo de que la Gran Muralla se mantuviese para siempre como símbolo de las diferencias irreconciliables que las separaban.

La Gran Barrera está abierta a los viajeros de toda raza y nacionalidad, aunque se cobra un portazgo de un lumen de oro por persona, animal o vehículo por cruzar una de sus tres puertas. La propiedad de la muralla y el derecho a cobrar el portazgo se determina anualmente en el llamado Choque de Campeones. Tanto Aamán como Zandú dedican un considerable esfuerzo en buscar un campeón adecuado para el enfrentamiento anual, ya que el vencedor proporciona a su nación una pequeña fortuna en impuestos. Hay pocas restricciones en el Choque de Campeones: están prohibidos que los cuadrúpedos compitan en el evento, así como demonios de ningún tipo. Por lo demás, prácticamente todo está permitido.

El combate se realiza en lo alto de la Gran Muralla, con espectadores en ambos lados aplaudiendo y animando al campeón de su nación, convirtiendo el evento en una gran atracción. Gente de muchas tierras acude a contemplar la ordalía, proporcionando un notorio incremento en los negocios de los posaderos, tenderos y vendedores a ambos lados de la frontera. Las apuestas corren sin límite, y los carteristas de los contornos consideran el evento casi como una festividad religiosa.