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En el noreste de las Tierras Salvajes de Zaran se encuentran los Yermos Kharakhan, una región arrasada por tormentas de fuego y otros fenómenos arcanos durante los tiempos del Gran Desastre. Las ruinas quemadas y ennegrecidas de Kharakhan, una ciudad antaño ocupada por una raza de semigigantes, se alza en la zona como mastodónticas lápidas, tristes monumentos de una era olvidada. Donde fluían poderosos ríos ahora hay abismos sinuosos atravesando llanos y tierras bajas. En estas tierras los gigantescos dragones terrestres pastan en la hierba seca, impertérritos ante las arañas de cárcaba y otros depredadores nocivos.

Es natural suponer que la gente razonable tenga aversión a viajar por estos pagos, y en la mayoría de los casos así es. Sin embargo, las ruinas gigantescas de Kharakhan no están faltas de interés. Muchas de las enormes estructuras aún están en pie, y se dice que los niveles subterraneos están plagados de objetos y curiosidades de tamaño desmedido. De particular interés son las monedas de plata empleadas por el antiguo pueblo de Kharakhan, los Drakken que miden alrededor de 15 cm de diametro y pesan alrededor de medio Kg cada una.