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  1. Characters
Personaje Jugador

Me he criado en una ciudad, entre humanos, elfos y enanos. El orfanato fue lo más parecido a un hogar que he tenido. Conozco mi nombre completo, gracias al tallado de madera que hicieron en mi cuna cuando me dejaron en las puertas de la ciudad. Aunque de poco me sirvió ya que horas más tarde corría más rápido que el resto de niños. Odiaba las clases de magia, así que me escapaba y veía como la guardia de la ciudad entrenaba entre espadas, escudos y practicaba con el arco.

Cuando podía, me iba a la vera del río y con un mísero palo afilado, intentaba recrear los bailes y movimientos de la guardia. Mi maestro, sabía que la magia no era lugar para mí, por lo que no tenía muy en cuenta mis escapadas. Sabía que llevaba en mis venas el alma de guerrera, por lo que mi mayor sueño es poder encontrar un clan y dejar de deambular entre batallas. Un día mi viejo maestro me dijo: "Aprisa, vamos a embarcarnos en un viaje, este no es lugar para tí." Tras varios días, llegamos a la ciudad de Neverwinter. Mi maestro me llevó ante Dagult Neverember, señor de la Alianza de los Señores de Aguasprofundas. Tras mucho hablar y dialogar, enojado, consiguió meterme en su orden.

Tras años mostrando mi lealtad y mi fidelidad en las batallas, pude ganarme su confianza y ser una más. Sabía que no tenía que seguir buscando, por fin había encontrado mi clan. Mi dios de la guerra,Tempus, me acompaña en cada batalla para librar el mal y proteger a los inocentes. Una espada en llamas alzada y un anillo de sello son mi mayor orgullo.

Diario 1. Realidad subjetiva.

Estos días en estas nuevas tierras es todo un descubrimiento. La ciudad de Chtul es toda una novedad para mí, me sentía como en casa al ver tantas razas dracónidas y…. dinosaurios, decían. El grupo de aventureros que habíamos formado es de lo más peculiar, un tío oscuro con una sotana que se hace llamar Tristón, o algo así. Su mujer que lo acompaña a todos sitios, o eso creo recordar. Un bárbaro un tanto animal, que no para de llamarme cocodrilo… tendré que contenerme. Un druida la mar de simpático, qué bien me cae este tío, ¿o era tía? Y, por último, un elfo con un gato por mascota y una mediana a su lado, ellos… son buena gente.

A decir verdad, las noches que habíamos pasado en la posada y fuera de la ciudad habían sido un tanto extrañas. Bueno, a decir verdad, lo llevan siendo desde que salí de Aguasprofundas hacia Phandalin. Quizás tenga que echarle la culpa a la edad, a las batallas o a las largas partidas que hago últimamente. Vivo cosas que son tan reales que no las diferencio de la realidad. ¿Son sueños o ha sucedido de verdad? No sé, quizás deba tomarme las cosas con más calma, ya que dejar la Orden sería una deshonra para mí, pero ¿estaré enferma? No podría pasarme algo así. He pensado que durante el viaje podría buscar algún curandero o que me diga qué puede ocurrirme, mientras tanto… a lo mío.