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Datos generales

Pueblo: 2972 habitantes (90 % vadanios, 5 % enanos, 2 % zabarios, 1 % higures, 1 % hipótidos, 1 % otros).
Límite de dinero: 1500 mo.
Guardias: Guarnición de 12 guardias y patrullas esporádicas.
Autoridad: El consejo de Antalare.
Religiones mayoritarias: Abadía de Ahuraz, Cofradía de Erekar.
Organizaciones: Orden de la Maza Exultante.

A la sombra de las escarpadas Montañas Esmeralda se encuentra, desde hace generaciones, el pueblo de Antalare. Donde las tranquilas aguas del río Kurhaza parten hacia Vadania dejando tras de sí las montañas, esta humilde población ha prosperado gracias a las explotaciones mineras emplazadas en las faldas de la cordillera. Aunque ocupa una gran extensión de terreno en la ladera y a lo largo del río, apenas un tercio de sus habitantes vive en el centro urbano, al que la mayoría de extranjeros llama Antalare, construido hace algo más de un siglo y en el que se concentran los edificios más importantes y se celebran los mercados y fiestas populares. El resto de sus habitantes se encuentran repartidos a lo largo de la ribera del río, donde es posible encontrar decenas de plantaciones, campamentos madereros y pequeñas explotaciones mineras regentadas por distintas familias llegadas a la región en tiempos más recientes.

Historia de la ciudad

Las Montañas Esmeralda, una colosal cordillera de riscos escabrosos y profundos valles apenas accesibles, esconden ingentes reservas de hierro y plata. Durante la época de los Peregrinos fueron muchos los esclavos que se vieron forzados a ascender a la cordillera y excavar durante años para acceder a las vetas de mineral, pero de todo aquel tiempo lo único que quedó siglos después fue una ingente cantidad de muertos vivientes que vagaban por la región ahuyentando a quienes rondaban cerca.

A pesar de toda la presencia de esclavos en la región durante la marcha de la raza de las estrellas, no fueron los descendientes de dichos esclavos los que fundaron Antalare. Este honor recae sobre un grupo de caballeros errantes que decidieron arrebatar el control de la región a los muertos vivientes que allí moraban y establecer sus propios dominios junto a las montañas. Sir Jojeff el Recio, quien había dirigido a sus camaradas de armas hasta las Montañas Esmeralda, fue elegido por sus iguales como primer gobernante del lugar, y las gentes de Antalare, que jamás habían aspirado a grandes objetivos, no dudaron en hincar la rodilla ante la corona de Vadania cuando sus emisarios se presentaron en la ciudad.

A los pocos años de la fundación de la ciudad se estableció que la responsabilidad de gobernar la región se repartiría en tres personas distintas: el alcalde, elegido por los habitantes cada diez años, el gran maestre de los Caballeros de la Maza Exultante y el abad de Antalare. A estos tres cargos se les conoce como el Consejo de Antalare, y toda gran decisión que tenga lugar en la ciudad debe ser consensuada por al menos dos de sus miembros.

Cultura y religión

La venta de armas y herramientas forjadas con el hierro que se extrae de las montañas es el principal producto de comercio, por lo que la mayoría de actividades que se realizan en Antalare están enfocadas a ello. Sin embargo, esto no es un negocio tan lucrativo como piensa la mayoría, puesto que todo mercader de Antalare debe donar una parte de sus beneficios a la Orden de la Maza Exultante y un diezmo a la abadía de Ahuraz. Esta deidad es adorada por gran parte de la población, que acude constantemente hasta la abadía para pedir al dios Ahuraz y al sol Avor que sigan protegiendo Antalare de los muertos vivientes que hace décadas poblaron estas tierras.

Cuando sir Jojeff el Recio purgó el mar de estas tierras hace más de cien años, trajo consigo un espejo de plata pulida, curvo y de gran tamaño, regalo que un rey de tierras lejanas le hizo durante sus aventuras de su juventud. Dicho espejo está colocado en lo alto de la Torre Argéntea, en el centro del pueblo, y reluce con la gloria de Ahuraz en los siete momentos del día en los que los rayos de Avor cruzan el tamiz de hierro entrecruzado que cubre la parte superior de la torre.

Las leyendas sobre Nothsa, un valle perdido entre las Montañas Esmeralda, en el que el antiguo tirano Chraunnus escondió sus valiosos tesoros, han atraído un flujo constante de eruditos y aventureros durante generaciones. Aunque no hay nadie que tenga información real al respecto de este lugar, existe un acuerdo tácito por parte de los vecinos de alimentar este tipo de rumores y leyendas, atrayendo así a toda clase de curiosos para enriquecerse gracias a ellos.

A. Abadía de Antalare

Situado en una pequeña colina a las afueras del pueblo, este imponente edificio de mármol blanco es visible desde cualquier lugar del pueblo. Entre sus paredes, media docena de monjes sirve a las órdenes del abad y organizan los rezos y plegarias de los fieles. Aunque tratan de mantener el monasterio tranquilo y silencioso, sin muchos visitantes, es muy común que permitan cobijarse en el interior a pobres y viajeros en las noches frías.

B. Archivo de Mannas

Una vieja casa de dos plantas de aspecto sencillo y sucio alberga en su interior un modesto santuario del dios Erekar. Mannas, archivista y clérigo a partes iguales, guarda en su casa centenares de libros y papiros que compra a los mercaderes que pasan por Antalare. Vive modestamente en el segundo piso de la vivienda, pues la planta inferior ha sido copada por toda su colección de conocimiento.

C. Cuartel de la Orden de la Maza Exultante

El edificio de mayor tamaño de Antalare es un edificio cuadrado, de aspecto tosco y que apenas cuenta con ventanas. Junto a sus muros se pueden encontrar unas caballerizas y una explanada de entrenamiento en la que todas las mañanas realizan su entrenamiento los jóvenes reclutas.

D. La Ronda de hierro

Todo el mundo en Antalare conoce así a la enorme avenida que une el camino al norte con el centro del pueblo. Recibe este nombre porque es muy común ver a militares y aventureros deambular por los puestos acompañados del repiqueteo de sus armas y armaduras.
A lo largo de esta calle se sitúan una docena de herrerías y forjas donde los artesanos crean y exponen sus obras.

E. La Torre Argéntea

Construida durante la fundación de Antalare, esta torre de 50 pies de altura y planta cuadrada de 30 pies de lado destaca por encima de los tejados del pueblo. Se encuentra situada en el centro exacto de la localidad, puesto que se han ido edificando todas las casas a su alrededor. Su función no es únicamente colocar el espejo de plata de sir Jojeff a la vista de todos, sino que en ella también se encuentran el ayuntamiento, los juzgados y el calabozo de Antalare, distribuidos en sus cinco pisos.

F. Los Tres Sapos

Un cartel de madera decorado con tres joviales sapos de variopintos colores da la bienvenida a los viajeros que se acercan a esta posada de dos pisos de altura, con paredes de piedra tosca. La pareja que lleva este local ofrece comida y alojamiento a cualquiera que lleve unas monedas encima.