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Aún en su estado de muertos vivientes, estos elfos poseen unas capacidades mentales más que aceptables y su fe en Nyethorn está más fuerte que nunca tras otorgarles la vida por segunda vez. No son violentos y tratarán de dialogar con los aventureros si estos se muestran razonables, aunque cualquier ataque les volverá hostiles de inmediato. Aunque saben que Nyethorn se oculta en su cámara de meditación, no estarán dispuestos a permitir el acceso a los aventureros a él tras lo ocurrido con los morlocks, y sólo las promesas de venganza o una gran devoción hacia su señor podría hacerles cambiar de parecer.

Estos devotos consideran a Nyethorn como una auténtica deidad y no aceptarán que se le trate de otra manera. Cualquier referencia a los Peregrinos como tiranos o enemigos, o sobre la no divinidad de su señor, les volverá hostiles.