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Saadhak Se-Gahara de Keizharanes

Erudita Exploradora de Vajra
PNJ

Cuarta hija de la matriarca de Keizharanes, una pequeña ciudad subterránea cuyas alianzas con los vecinos mantienen el frente de batalla lejos. Debido a las tensiones familiares, la maquiavelidad de su parentela y el peligro al que se encontraba su falta de responsabilidades, trabajó para darse a sí misma una tarea con la que estuviera cómoda y a salvo. Fundó una sociedad de exploradores llamada Pathar-Varg para su reino, encargados de explorar los rincones más remotos de Vajra y traer a casa cualquier artefacto que pudiera servir a su familia. Y, con la excusa de dar ejemplo, se marchó a explorar por su cuenta. Saadhak cartografía túneles, investiga ruinas y espía a otras civilizaciones; manteniendo correspondencia con Keizharanes para coordinar a los Pathar-Varg y regresando ocasionalmente para reponer fuerzas un breve tiempo y marchar de nuevo.

Diario de Saadhak Se-Gahara I

Soy Saadhak, exploradora de Vajra, y estos son mis informes para la sociedad de exploradores  Pathar-Varg. En esta ocasión, he tratado de explorar la isla Danäri, situada frente a la ciudad de Nuxvoh y propiedad de la casa Thekian. Lo he considerado relevante debido a que su acceso está celosamente guardado desde hace mucho. 


He tomado una pequeña embarcación desde el este, lejos de las miradas indiscretas de la ciudad, y he navegado cubierta por una niebla mágica que impedía divisarme. Pero cuando llevaba medio camino, un gran golpe en el casco de la barca me ha lanzado al agua, desde donde he podido ver a la criatura causante.


Se trataba de una serpiente gargantuesca que se movía lentamente y parecía desconcertada. Yo iba preparada para respirar bajo el agua, así que permanecí inmóvil observándola y cuando empezó a alejarse la seguí. Un leviatán del que no había oído nada era, probablemente , más interesante que la isla, que no iba a moverse de sitio. Me pareció que la sierpe medía entre 5 y 10 pies de anchura, y sin duda más de 60 de largo. Había trozos de su piel que brillaban con un tono azulado similar al xión, el resto era blanca. No tenía ojos, pero sí las cuencas vacías.


Nadaba hacia el lecho. Repentinamente, pareció encontrar su rumbo y aceleró el ritmo. Yo la seguía tan rápido como podía, pero el agua estaba helada, empezaba a entumecerme, y debía mantener la concentración para seguir respirando e iluminandome. Al rato me pareció que se enterraba en el suelo. Me aproximé con cautela, sin verla. Decidí emerger para establecer mi ubicación, y volví a descender.


En la zona había un montículo, de unos 150 pies de diámetro, donde abundan enormes rocas y algunos corales. Tras dar algunas vueltas, divisé un túnel, casualmente camuflado cerca de la base, con un tamaño lo bastante grande como para que la criatura lo atravesara sin margen. Entré y lo seguí durante un par de minutos. La temperatura del agua empezó a ascender hasta llegar a ser cálida como en una terma. A la salida, me encontraba en una enorme bóveda submarina, de unas proporciones que no he podido acotar. No vi el fondo ni ningún límite hacia los lados. Tampoco había ninguna fuente de luz aparte de la que yo generaba.


Quise explorar la ubicación, que no he visto figurar en ningún documento sobre la región. Investigando, pude apreciar que el túnel que me había traído aquí, si bien parecía “natural”, dejaba entrever una arquitectura inteligente. No pude hacer más descubrimientos, desgraciadamente algo me impulsó a irme de inmediato. Tal vez fuera un presentimiento, pero sentí que estaba siendo observada. Tuve la certeza de ello. No podía ver nada a más de unos pocos pies, tenía dudas de mi capacidad de mantener los conjuros y consideré que retirarse con lo que tenía era lo más inteligente. Volví al túnel y luego al exterior. No me atreví a mirar atrás, pensando que estaba al alcance de algo y que no verlo era lo único que me mantenía viva. Ahora suena a un miedo infantil, espero paciente el informe de otros exploradores.


He dejado constancia de esta información en nuestro enlace local, y una copia preparada para Keizharanes. Mañana trataré de nuevo de investigar Danäri, aunque ahora me parece insignificante.

Diario de Saadhak Se-Gahara II

Bosquepetreo está repleto de basiliscos, unas criaturas temibles que aterran y repelen a la mayoría de los humanoides. Allí, los grimorlocks sacan provecho de esto, ya que debido a su ceguera son inmunes a su mirada petrificante. Llegan incluso a criar a los basiliscos y alimentarse de su carne y huevos, como si se trataran de simples gallinas o serpientes. Sin embargo, no todos los basiliscos son domésticos. La mayoría son salvajes y se dirigen a morir a una especie de fosa común. Inspeccionando la fosa, encontré algo cuanto menos curioso: un esqueleto de unos 15 pies de longitud.


No es la primera vez que veo restos de criaturas más grandes de la media. El xion provoca mutaciones y estas incluyen un crecimiento desmedido. Mi curiosidad más bien residía en comprobar si seguía habiendo ejemplares similares. Dado que tan solo los grimlocks pueden rondar por Bosquepetreo a salvo de la fauna, es un territorio mayormente inexplorado, salvo para ellos. Incluso traduciendo su primitivo lenguaje a través de medios mágicos me resultó complejo entenderlos, y llegué a la conclusión de que saldría mejor parada si simplemente exploraba por mi cuenta.


Tardé más de lo que quiero reconocer en recorrer la totalidad de Bosquepetreo; orientarse entre esta nube de polvo y paisaje repetitivo requirió poner a prueba mis dotes de exploradora. Además, por el camino encontré otros elementos de gran interés que quedan registrados en los otros apartados de este informe. Encontré muchos basiliscos de un tamaño mediano, y fue el pararme a observar uno de ellos (Obviamente, sin ser observada de vuelta por él) lo que me permitió dar con el premio gordo. Llevaba consigo lo que sin duda era un resto humanoide petrificado, que arrastraba sin devorar. Decidí seguirlo, curiosa por saber si lo llevaba a sus crías.


Lo seguí hasta la periferia de la gran bóveda en la que se encontraba este territorio, donde vi a mi presa escabullirse con dificultad por una pequeña grieta en la pared. La zona estaba repleta de pisadas de basilisco que dan a entender que era muy concurrida. Tras esperar un minuto, entré en la grieta, procurando ser todo lo discreta que mi entrenamiento, equipamientos y conjuros me permitían.


Tras cruzar un entramado de túneles estrechos llegué a una cámara en el interior de la montaña donde descubrí un enorme nido de basiliscos y el destino de todos los restos de comida que llevaban. No eran para las crías, sino justo lo contrario: Se lo llevaba a su progenitora. Ante mí se encontraba una basilisco gargantuesca, de más de 30 pies de longitud, cuyo cuerpo era claramente incapaz de salir de allí a través de incluso el más amplio de los túneles que conectaban con el lugar. Donde debían encontrarse sus ojos había cuencas marcadas con cicatrices de alguna pasada batalla, al igual que el resto de su cuerpo. Completamente ciega, parecía subsistir gracias al alimento que le traían, había al menos otros cinco basiliscos menores acompañándola, incluyendo aquel a quien yo había perseguido.


Lo único atractivo del lugar eran los restos de las presas. En el suelo se acumulaban las prendas y equipamientos de los incautos que habían sido arrastrados a aquel lugar, y estos segura de que llegué a ver alguna pieza de particular valor. Pero quise ser prudente y vivir para contarlo, por lo que no perturbé el descanso de aquella bestia y marché para poder redactar este informe.


Fin de la parte 5 de 12 del informe de Bosquepetreo